martes, 24 de octubre de 2017

Películas para degustar

¿A quién no le ha entrado hambre viendo una película (o una serie, o un anuncio, o el olor de la ventana abierta de tu vecino)? Gracias a la falta de tecnología aún no tenemos el salón inundado de olores provenientes de esa caja diabólica que es la televisión, ¿os imagináis el caos?, pero es inevitable que entre por la mirada y directamente repercuta en la barriga ver deliciosos manjares humeando en la pantalla. A ello dedicamos este post, escrito en colaboración con la mente privilegiada de Emilio Tejera, y que se relaciona intrínsecamente con el que publicamos hace un tiempo y que podéis volver a consultar aquí.

Así que hemos hecho un pequeño recopilatorio de las películas que hemos visto y que se relacionan muy cercanamente con eso tan humano y tan primitivo que es el (buen) comer.

-Ratatouille. Había que empezar, cómo no, con esta pequeña joya de Pixar sobre el amor y la dedicación a la cocina. Construida con delicadeza y elegancia, como todas las buenas películas (y los buenos platos), el film apela a las sensaciones que provoca el arte tanto entre los creadores como entre los receptores del mismo. Un detalle que, más que ninguna otra cosa, marca el poder de una película, y también de un estofado.
            Recomendación gastronómica. En la película se insiste en el poder evocador del gusto, en su capacidad para llevarnos a un momento en que fuimos extremadamente felices. Para “Ratatouille”, aparte de casi cualquier plato de la cocina francesa (en este contexto, valdría también el film “La cocinera del presidente”), convienen recetas que nos transporten al período siempre extraordinario de la infancia. Nada como un delicioso batido de plátano o a un atípico y dulcísimo bizcocho para recordar la época en que cada momento debía ser brillante, y no había tiempo para medias tintas, o para escalas de grises que no se atrevieran a brillar.

-Julie&Julia. Una película que entrecruza las vidas de Julie Powell (Amy Adams), una joven que decide aprender a cocinar a través de las recetas de Julia Child (Meryl Streep), y de la propia Julia, la cual enseñó la cocina francesa a las amas de casa estadounidenses en los años 50, y de la que se nos narra en paralelo su particular camino de aprendizaje. Una historia deliciosa, que cae ligera como una crêpe.
             
Recomendación gastronómica. A pesar de que la obsesión de Julie por la mantequilla puede parecer enfermiza, algunos platos tienen muy buena pinta: en concreto, hemos caído enamorados de unas pechugas de pollo con crema, champiñones y oporto (aquí un enlace donde hacen referencia a la receta) que no tardaremos mucho en intentar.


-Un viaje de 10 metros
En un pequeño pueblo de Francia, un restaurante familiar indio se coloca a escasos diez metros de un esnob establecimiento local, cuyos dueños reaccionan como Marine Le Pen después de darse una vuelta por un barrio árabe. Aún así, el roce hace el cariño y, en esta época de choque de nacionalidades, la película nos muestra como la fusión de culturas y el intercambio resultan más beneficiosos que la soledad y el enfrentamiento. Que la película cuente con Helen Mirren como actriz principal resulta, como aditivo, de lo más estimulante.
            Recomendación gastronómica. Es una buena ocasión para recomendar un buen restaurante indio. Empezamos con unas onion bhaji y unas samosas (de carne o verduras) para empezar. Acompañando a un arroz pilau, sugerimos unas raciones de pollo con mantequilla (butter chicken) o cordero korma -si no os gusta el picante-, o alguna receta que se apellide Madrás si os atrevéis a arriesgar (esto, en el caso de un restaurante indio en un país occidental. En la India de verdad, olvidaos de distinciones, casi todos los platos pican). Para mojar en las salsas, podéis coger algún naan (o pan indio) simple o con queso, aunque si es por el sabor del naan, nosotros os aconsejamos ardientemente el peshwari. De postre, un suave batido de mango (mango lassi) o un delicioso gulab jamun, unas bolitas de masa frita empapadas en almíbar, nada aptas para diabéticos. También podéis intentar reproducir estos platos en vuestra casa. En este mismo blog podéis encontrar una receta de pan naan y otra de batido de mango.


-Chef. Hay varias películas tituladas así (incluyendo la entretenida “Comme un Chef”, que en España se tradujo como “El chef, la receta de la felicidad”), pero nosotros nos referimos a la dirigida y protagonizada por Jon Favreau –director de “Ironman” y la nueva versión de “El libro de la selva”, entre otros- en 2014. Un cocinero de éxito es duramente golpeado por un crítico que le acusa de estancarse en los mismos platos. Decidido a darle un vuelco a su vida, y de paso a recuperar su iniciativa como padre, se embarca en un viaje a bordo de una camioneta de comida callejera que le haga recuperar la ilusión por la cocina. Una comedia simpática sin muchas pretensiones, aunque quizás pueda hacernos pensar (igual que ocurre con “Comme un chef”) acerca de cuáles son las motivaciones reales por las que nos levantamos todos los días.


            Recomendación gastronómica. La película, entre otras cosas, reflexiona sobre el papel de las redes sociales y de los críticos culinarios. En un momento determinado, tiene lugar una discusión monumental acerca de un coulant de chocolate. Como nosotros somos más defensores del buen sabor y de los platos bien hechos, antes que de colocar el vanguardismo por delante de todo lo demás, os vamos a recomendar un tierno coulant, con el chocolate bien fundido por dentro. Porque si el chocolate es el sustituto del sexo (o produce el 10% del placer del orgasmo, según dicen), queremos que os ocurra como a Meg Ryan en la famosa escena del restaurante de “Cuando Harry encontró a Sally”, y que la gente quiera pedir, con ansia, eso que os ha hecho gozar.


-The lunchbox. Una pequeña y original historia. En la India, existe un gran negocio a nivel nacional, basado en los mensajeros que transportan el almuerzo (recién preparado por las mujeres) al trabajo de sus maridos, para que éstos puedan tomar aún caliente un plato de comida casera. Un día, el envío de una mujer sufre un error y su comida va a parar a un solitario individuo que hasta ahora sólo recibía la triste e impersonal comida procedente de un restaurante. Poco tiempo después, los dos afectados se darán cuenta de la confusión pero, para entonces, ha comenzado un intercambio de mensajes en el cual ambos acabarán desnudando sus preocupaciones y desvelos más íntimos. Ideal para aquellos a los que les disgusta comer solos.
            Recomendación gastronómica. Comer “de tupper” es siempre complicado, pero hasta que el sistema indio no se implante en esta parte del Ganges, ofrecemos aquí alguna sugerencia para que los tuppers puedan ser dignos quizá no de un restaurante cinco estrellas, pero sí al menos de una amorosa cocina de madre.

-Deliciosa Martha: La historia es un baile (llevado, por cierto, a través de una espléndida música), y como todo baile, es también un enfrentamiento, en este caso entre la precisa y cuadriculada mentalidad alemana de la protagonista -una chef de prestigio a la que le toca de golpe hacerse cargo de los hijos de su hermana-, y la genial y caótica volatilidad de su nuevo compañero de fogones, un artístico y desenfadado italiano cuya forma de ser le ataca los nervios a su compañera germana. Una película llena de ritmo, sabor y sobre todo alegría. Nada que ver con su adaptación americana, "Sin reservas": como casi siempre, para degustar un buen plato tienes que partir de la receta original.
            Recomendación gastronómica. Como mezcla de la fusión alemana-italiana, quizás un típico plato suizo como el rösti de patata sirva como mejor ejemplo de que la mezcla de opuestos puede provocar resultados más que interesantes.

Bonus: El festín de Babette. Quizás éste es el mejor contraejemplo de lo que no se debe hacer. Una experta en cocina francesa, obligada a vivir en una remota población costera del norte de Europa, decide preparar para su entorno más cercano una cena de restaurante de lujo. Sin embargo, los invitados a este ágape, en virtud de su moral religiosa, deciden deliberadamente no disfrutar de los manjares, para sorpresa del único asistente que no se encuentra al tanto del asunto. Considerada película de culto para muchos, para el amante de la cocina puede suponer, sin embargo, un anticlímax continuo donde se castiga el placer de los sentidos. O, en palabras más claras, “estaba deseando que del mar aparecieran dos orcas y se comieran de una vez a los protagonistas”.
Recomendación gastronómica: Lo idóneo al ambiente de la película serían unas gachas de avena, sin azúcar. Pero por el bien de nuestros lectores, recomendamos que las acompañéis de unos trocitos de plátano y chocolate negro, regadas con un buen chorrito de miel, por ejemplo, con lo que quedará un “porridge” de lo más resultón.

lunes, 7 de agosto de 2017

Sabrosas letras


De cocina y libros

No hay mayor placer que ser capaz de olisquear y saborear todo aquello que aparece bien descrito en una novela. Notar el calor del horno cuando el protagonista lo abre para vigilar un pastel, o devorar igual de hambriento que el detective saliendo de turno lo primero que encuentra en la nevera.

Nuestro querido escritor Emilio Tejera, que lleva las riendas de su blog en el que podemos leer un montón de historias cortas, largas, reales, ficticias.... y yo hemos encontrado unas cuantas obras en las que la cocina o la comida juega un papel esencial, a veces casi desapercibido pero constante, a veces como hilo conductor. Por lo que nos decidimos a hacer una recopilación de estos libros que se pueden paladear, y como premio, una de las recetas que aparecen en sus páginas. Esperamos que sea un placer multisensorial.


-Las novelas de Carvalho: El detective gallego -afincado en Barcelona y creado por Vázquez Montalbán- ha renegado de la cultura (se dedica a quemar una media de un libro por novela para alimentar su siempre encendida chimenea), de los idealismos y de varios trabajos, pero a lo que no renuncia es a una buena cena, sobre todo si está regada con un buen vino. Sobre la cocina de Carvalho se ha escrito mucho, desde la función que ésta ejercía tanto para el personaje como para el escritor, como de la escasa apetencia del detective por los postres. Ya puestos, el mejor resumen lo hacía el propio Carvalho: “Yo nunca como cualquier cosa”.
Recomendación gastronómica: Con libro de recetas incluido, entresacado de la saga de novelas, poco más se puede añadir. Sin embargo, hace no mucho salió un post relacionado con este tema en un blog especializado en el mundo de la cocina, que a muchos nos ha cautivado desde hace tiempo por su agudo sentido del humor. El paladar de Carvalho –siempre exquisito- es, como describen los expertos, muy ecléctico, y da tanto para manjares de la cocina moderna como para platos más tradicionales, pero si hay que elegir a elegir, y siendo el detective de origen gallego, nos quedamos con unas buenas vieiras o unas almejas cocidas en su propio jugo. Ya se sabe lo que dicen: si el producto de origen es bueno, basta con reforzar su sabor natural. A veces lo único que necesita un buen alimento –o buen personaje- es que sea auténtico. Aunque si preferís algo más original, aquí os dejamos esta receta extraída de “Asesinato en el Comité Central”: <<Carvalho abrió varias galerías en el taco de atún y las rellenó con anchoas. Salpimentó, enharinó la bestia y la doró en aceite en compañía de unos ajos. Añadió un poco de agua y dejó que el lomo de atún se cociera a fuego lento (…) Carvalho lo apartó y trabajó el jugo resultante como base de una salsa española corregida con briznas de hinojo (…) esperó a que el atún estuviera frío para cortarlo en rebanadas depositadas en una bandeja y luego cubiertas con la salsa caliente>>.

-Montalbano. El policía italiano creado por Andrea Camillieri en honor a Vázquez Montalbán y que, desde su reducto en Sicilia, se enfrenta a la mafia, a los políticos corruptos, a la prensa partidista, y a un desastroso conserje, hay dos citas que no elude nunca: un reto desafiante, y un contundente plato de pasta. Y si ésta se ve acompañada de alguna de las exquisiteces marinas que otorga el Mediterráneo, bienvenida sea. Sherlock Holmes sería capaz de pasar días sin comer. meditando acerca de un caso: Montalbano seguramente le hubiera mandado a paseo, y marcharía a proporcionar combustible a sus neuronas.
            Recomendación gastronómica. Aunque aquí pega una buena pasta de inspiración marinera, hay dos platos que pierden a Montalbano: el enorme plato de salmonetes -cocinados por su restaurante de confianza- que se mete entre pecho y espalda, o los arancini que le deja preparados en la novela su sirvienta, y que ha hecho que más de uno, leyendo en la cama, haya sentido la tentación de levantarse para ver si le alguien le ha proporcionado un regalo similar. Os dejamos dos enlaces de dos bloguer@s que se han atrevido a imitar los arancini de Montalbano

-El mundo de los detectives y la policía, como se ve, sirve de muy buena excusa para las recetas: quizás porque la comida es algo tan personal y tan único que resulta muy útil para definir un carácter, labor a la que se ve obligado un escritor cuando trata de describir tanto a héroes como a villanos. Bajo este prisma, no es de extrañar que la forense Kay Scarpetta sea una amante de la gastronomía italiana de sus ancestros, e incluso albergue en su casa una cocina personalizada donde fabrica su propio pan. En cuanto al bando de los criminales, es de mención obligada hablar del literario y cinematográfico personaje de Hannibal Lecter, un excelso sibarita (culto, exitoso, educado, con el inapreciable defecto de ser un caníbal) que riega los hígados ajenos con un buen Chianti, y no tiene problemas en que el invitado más pesado de la noche anterior se convierta, en la velada siguiente, en un manjar a degustar.
            Recomendación gastronómica. Al doctor Lecter le agradan mucho las vísceras. Como los platos derivados de las mismas no son aptos para todos los paladares, quizás la primera aproximación debería realizarse con la receta que proporciona la pista para su captura al principio de la película “El dragón rojo”: unas mollejas… hechas a partir de ternasco o cordero lechal, si os resulta más difícil encontrar otro tipo de ingredientes… Bien se sabe que entrar al supermercado a cocinar al cajero es una empresa difícil, incluso aunque el establecimiento se halle abierto los domingos. De todas maneras, abajo os colocamos la página del Larousse Gastronomique que Lecter utiliza como base, por si queréis (si el zoom, la perspectiva y el francés os lo permiten) seguir la receta paso por paso. Aunque si se trata de homenajear a las películas, hay que reconocer que el autor de este vídeo es bastante original al respecto.


-Doña Flor y sus dos maridos: Ésta es una novela sobre el deleite. El placer que proporciona la pasión, espiritual, carnal o a través de cualquier sentido físico, incluyendo también el del gusto. Doña Flor es un ama de casa brasileña de los años 50 con una habilidad excepcional para la cocina, y lo único que es capaz de despistarla de sus postres y de las clases de cocina que imparte a sus alumnas es su indisciplinado, irresistible e incorregible marido. Cuando éste fallece, Doña Flor encuentra consuelo en un aburrido y predecible farmacéutico al cual -a su manera- también adora. Sin embargo, el fantasma de su primer marido no va a permitir que algo tan insignificante como haber fallecido interrumpa la fiesta y le impida gozar.
            Recomendación gastronómica. Los brasileños suelen asombrarse mucho, respecto a la cocina europea, de que pongan cada alimento en un plato distinto. En Brasil, es típico acabar juntándolo todo (un “todo” que normalmente contiene raciones generosas de arroz, legumbres y en muchas ocasiones carne) en una fiesta de los sentidos tan variopinta como el carnaval. Ya puestos, recomendamos una feijoada, aunque debe tomarse con precaución, pues al igual que la fabada asturiana, no es muy recomendable si después te ponen una samba y te invitan a que muevas las caderas. Aún así, reproducimos por su originalidad esta receta de Doña Flor de guiso de tortuga, aunque no la recomendamos tanto por la dificultad de localizar el material como porque (para que negarlo) somos grandes admiradores de los quelónidos:


GUISO DE TORTUGA

(Receta de doña Carmen Dias, tal como ella se la dio a doña Flor,
habiendo ésta permitido a sus alumnos copiarla y probarla.)


<<Se toma una tortuga, después de muerta por el procedimiento (bárbaro) de aserrarla por los lados, cuidando de que no se dañe la caparazón. Colgar al bicho por las patas traseras, cortarle la cabeza y dejarlo así durante una hora para que se desangre. Después, poner el animal con el vientre para arriba y cercenarle los pies, cuidando de conservar las piernas (o «botas») y separando de ellas la piel gruesa que las recubre. Entonces se le extrae la carne, los menudos (hígado y corazón) y los huevos (si los hubiera), tirando las tripas, operación que requiere especiales cuidados, debiendo hacerse cada cosa por separado. Lavar todo, carne y vísceras, que, una vez maceradas con los condimentos que se indicarán habrán de ponerse a fuego bajo hasta que tomen un color de oro oscuro y exhalen un aroma particular. Los condimentos: sal, li¬món, ajo, cebolla, tomate, pimienta y aceite, aceite suave a voluntad>>.-


 -El valle de los caballos. Segundo libro de la serie “El clan del oso cavernario”, y aunque todas las novelas de esta saga tocan el tema de la cocina –ya que narran el día a día de una sociedad de Neardentales y Cromagnones- este libro en particular profundiza en el uso de los distintos recursos al alcance de la protagonista para nutrirse: tanto de la caza (de cómo se obtiene la presa y cómo se cocina) como del uso de las plantas, hierbas y frutos como alimento o como condimento para aderezar. Nada desdeñable es también la información que aporta sobre cómo se conservaba la comida con aquella rudimentaria tecnología. Es fácil encontrar un libro que te hable sobre las maravillas de la cocina italiana o mediterránea, pero en cambio es más difícil encontrar este original punto de vista sobre cómo nos alimentábamos en un remoto pasado.
            Recomendación gastronómica. Traemos a colación una de las recetas que tiene más significado en el libro y que muestra cómo, con materiales muy sencillos, un poquito de habilidad para la caza, cerillas, piedras y un taparrabos, puede ejecutarse un plato delicioso. Extraído del libro, aquí tenéis cómo preparar “perdices de Creb”: <<Ayla se llevó las gordas aves hacia el otro lado de la muralla, hasta el hoyo que había cavado antes y forrado de piedras. El fuego se había apagado en el fondo del hoyo pero las piedras chisporrotearon cuando les echó unas gotas de agua. Había buscado en diversos puntos del valle la combinación exacta de verduras y hierbas, y las había llevado hasta el horno de piedras. Recogió uña de caballo por su sabor ligeramente salado, ortigas, amaranto y vistosas acederas y salvia, para dar sabor. El humo aportaría también su aroma, y la ceniza de madera, sabor a sal.
Rellenó las perdices con sus huevos envueltos en verduras: tres huevos en una de las aves y cuatro en la otra. Siempre había envuelto las perdices en hojas de parra antes de meterlas en el hoyo, pero no crecían vides en el valle. Recordó que a veces se cocinaba el pescado envuelto en heno fresco, y decidió que también podría hacerse con las aves. En cuanto tuvo las aves colocadas en la parte inferior del hoyo, amontonó más hierba encima, después piedras, y lo cubrió todo de tierra>>.

-El último chef chino. Hasta ahora es el único libro con el que nos hemos topado que toca a fondo el tema de la gastronomía china dentro de una historia de ficción. La novela en sí es entretenida, se lee fácil y es capaz de trasladarte a olores y sabores que recuerdan ligeramente a los restaurantes asiáticos tan frecuentes en España, pero con una profundidad y una serie de matices que nunca te encontrarías en el chino de tu barrio. Como mínimo, sorprendente.
            Recomendación gastronómica. La autora tiene una página web en donde detalla alguna de las recetas. No las hemos probado, pero la verdad, con nombres tan sugerentes como “pollo del mendigo” o “pollo fantasma”, dudo mucho que tardemos demasiado en hacerlo.

-Recetas para amar y matar. Un libro ameno, en el que desde el principio te quedas enganchado a la personalidad de la protagonista, una sudafricana junto con la que babearás cada vez que describa alguna de sus creaciones culinarias, a mismo tiempo que aprendes un montón de expresiones en afrikaans.
Recomendación gastronómica. Si hay una compañía constante a lo largo de todo el libro, son los beskuit, una especie de “bollitos ingleses de la hora del té” a la sudafricana, de la que os dejamos una receta.
Ingredientes:
• 1kg de harina.
• 250g de mantequilla.
• 200ml de azucar
• 320ml de suero de leche
• 10ml de levadura
• 2 huevos
• 5ml de sal
• 25ml de aceite.
Se pasa la harina por un tamiz, y se mezcla con el resto de los ingredientes secos. Se añade la mantequilla y se mezcla a mano hasta conseguir una masa homogénea. Se añaden los huevos y el aceite, y se mezcla bien. Se hace un hueco en el centro y se añade el suero de leche, mezclando hasta incorporarlo por completo.
Se separa la masa en pelotitas de unos 4 cm de diámetro y se disponen en una bandeja de horno de unos 7 cm de profundidad.
Hornear durante 45 minutos a 180 grados (con el horno precalentado).
Sacar, cortar y hornear de nuevo a baja temperatura (unos 100º) durante 3 horas (si es posible, con aire) para que se sequen y queden crujientes.

-La cocina del Mundodisco. Alguna vez ya hemos hablado de Terry Pratchett, uno de los escritores favoritos de los autores de este post. Terry, como buen inglés, no es muy de proporcionar ideas suculentas a la historia de la cocina. Casi que al contrario, pues las recetas atribuidas a los enanos (ratas con kétchup; ¿te resulta asqueroso? Prueba a probarlas sin kétchup), incluyendo su famoso pan, tan duro que puedes sentarte en él, no abren demasiado el apetito. No obstante, en una de las novelas de la saga del Mundisco se menciona un picante –en todos los sentidos- libro de recetas con el cual Tata Ogg acabó consiguiendo una fortuna, no se sabe muy bien si por su contenido en deliciosos platos o en comentarios subidos de tono. En todo caso, os recomendamos que compréis, en alguna librería física o digital, el “Nanny Ogg’s Cookbook”, la versión que se vende en este lado del multiverso. Seguro que, hasta la puntita, no tiene ningún desperdicio.
            Recomendación gastronómica. Mientras aguardáis la llegada del libro, de momento os recomendamos una receta en el blog de Cris Kitchen que se inspiró en un plato de curry elaborado por Tata Ogg. Así conseguiréis que os suba la temperatura… por el curry, claro.

-Fabada a muerte en Cocina&Fusión. Dos palabras: te descojonas. No podemos ser más sinceros. El autor, Falsarius Chef, lleva ya unos años haciéndose famoso gracias a su estrafalaria apariencia (las gafas y la nariz postiza a lo Groucho Marx no desprenden demasiada confianza) y a las recetas de “falsa cocina” que en televisión, libros y en su propio blog emplean elementos con tan poco glamour como latas de conservas, botes de legumbres cocidas o vasitos de arroz al microondas. En este caso, el propio Falsarius es el protagonista de la novela, donde nos plantea la resolución de un crimen al mismo tiempo que trata de pasar desapercibido en medio del prestigioso evento culinario de “Cocina&Fusión”. Las ventajas adicionales del libro, tal y como lo describiría el propio Falsarisus Chef, es que vienen las recetas al final, y además se lee en dos carcajadas. Ideal para los que siempre le han tenido miedo a la cocina y al fin se han atrevido a preguntar.
            Recomendación gastronómica. A pesar de que Falsarius es un especialista en latas (y eso queda bien claro a lo largo de la trama de la novela), hoy vamos a recomendar una sorprendente especialidad: la empanalleta, un snack que combina las mejores propiedades tanto de las galletas como de las empanadillas, y que harán las delicias de aquellos que no son capaces de decidirse sobre qué tomar a media mañana.
                                              
                                               Receta de las Empanalletas

Vamos a utilizar puré de manzana de bote y unas pasas. Que las pasas, como ya eran abuelas cuando las compramos, no decepcionan nunca.

Ingredientes: 1 bote de puré de manzanas (el mío de Hero y se encuentra en el Carrefour, por ejemplo), 1 paquete de pasas, 1 paquete de masa para empanadillas, azúcar y canela.

Preparación: sacamos la bandeja del horno y lo ponemos a calentar a 200 grados. Ponemos un plato hondo con azúcar, humedecemos con agua la oblea de empanadilla un poco por una cara y la ponemos sobre en la azúcar, presionando, para que se quede pegadilla. Sacamos la empanadilla y por el otro lado ponemos unas pasas, una cucharadita de puré de manzana, un poco de azúcar y espolvoreamos con canela. Cerramos, sellando los bordes con un tenedor. Cuando tengamos listas todas las que queramos, extendemos papel de horno (o papel de aluminio) en la bandeja del horno, ponemos las empanadillas encima y adentro. En 10 o 12 minutos estarán listas y el azúcar del exterior endurecida, lo que va darles al morderlas un aire crujiente de galleta, que luego con el interior blandito, se nos convierte en gozosa empanadilla de manzana.

            Esperamos que estas recomendaciones os hayan resultado muy gustosas. Para los que os hayáis quedado con hambre, no guardéis reparo. El próximo post sobre el tema tendrá un toque parecido, pero estará dedicado, en vez de a libros, a películas. Hasta entonces, felices lecturas, y también felices banquetes. Bon apettit.